jueves, 22 de enero de 2015

Enero

Y el tiempo pasó…llegó enero con otro nuevo año. Atrás quedaron muchos rituales q venía haciendo por años y años, no fue de un día para otro, fue y es una lucha diaria.
Un día me levanté y me puse a escribir todas las cosas que mi mente me decía que hiciera, fue un pedido de mi terapeuta y así lo hice. Mucho de lo que hacía no sabía que lo hacía y me costó descubrir que a diario era algo que debía realizar, era algo de vida o muerte, siempre rodeado de feos pensamientos que no me dejaban otra alternativa que hacerlo. Y escribí la primer hoja llena de tareas diarias, y vino la segunda y así fueron cómo cinco o seis hojas oficio, no sé dónde las escondí, porque después de leérselas a mi médico, sentí vergüenza, preocupación, alivio, no sé cuantas cosas, sensaciones experimenté con esas hojas en mis manos, pero desde ese día mi vida comenzó a cambiar, empecé a dejar de hacer tantos rituales diarios de la buena suerte que en definitiva  de que me servían si mi vida era triste, opaca, me empecé a fortalecer y a darme fuerzas a mi misma y así fui dejando de lado el abrir y cerrar puertas, el tocar varias veces las llaves de gas, el acomodar fuentes en el horno de la cocina, girar y volver a girar llaves, a caminar por la calle que se me diera la gana pudiendo tocar las rayas de la senda peatonal, a vestirme con la ropa que quiero y no salí lastimada por no hacerlo.  
Todavía no desaparecen los pensamientos, me acosan constantemente y me dicen que hacer, a veces siento miedo, no voy a mentir, y me pregunto qué sucederá si no les hago caso y trato de convencerme a mi misma con un nada, nada sucederá, ahora estoy yo misma para cuidarme, ahora estoy yo para pensar y poder decidir sobre mí.

Creo y estoy segura que voy por el buen camino, no sé si mañana será igual, pero no importa, sólo vivo el ahora.