viernes, 29 de agosto de 2014

Puedo ,puedo, puedo…

Hoy por fin salió el sol para mí, brilloso, fuerte, energético. Hacía algunos días que me sentía triste y mis metas no podían ser concretadas, tenía la sensación de estar hundiéndome en un gran pozo del cuál por más que lo intentaba no lograba alcanzar los bordes con las manos. De a poquito mis manos fueron tomando la orilla y mi cabeza empezó a asomar, reflexiva, pensativa y con ganas de luchar. Nuevamente sentía que mi cerebro con todo lo que ello implica era manejado por mí, yo lo podía controlar y eso me hacía feliz.
Mi primera meta que había sido la de cambiar los anillos de dedos seguía en marcha, con todos los miedos que esto incluía, seguía lográndola y sigo con el mismo  pensamiento que no existen o eso quiero creer yo, anillos negativos y anillos positivo, anillos de la buena suerte y anillos de la mala suerte, estoy convencida que mi cabeza se está olvidando de los anillos en sus correspondientes dedos y de a poco deja de mandarme mensajes negativos con respecto a eso, pero estoy constantemente tocándome los dedos, buscando los anillos. Espero que el hacer eso no se  convierta en una obsesión.
Hace una semana estoy trabajando con mi segunda meta la de no tocar el espejo cuando está empañado por el vapor de la ducha y buscar mi cara y encontrarme en él y lo estoy logrando. Termino de bañarme y trato de mirar el espejo y hacer de lado todos los pensamientos de muerte  y veo mi cara y trato de sonreír, sonreírme a mí misma.
Hay muchas cosas que debo modificar, pero lo difícil son aquellas cosas que hago desde que era niña y no me puedo dar cuenta cuáles son ¡Las tengo tan naturalizadas que no las puedo distinguir! Son rutinas que las hago desde siempre.
Por ahora trabajo con las nuevas y en tratar de modificar pensamientos negativos y convertirlos en positivos.
La semana pasada cuando tuve ese bajón, pensé una vez más que no lo iba a lograr y acá estoy nuevamente en pie, luchando, sintiéndome fuerte y sabiendo que por más que la muerte, las desgracias, la mala suerte ronde en mis pensamientos, hoy estoy resistiendo y sé que lo voy a lograr.
Soy consciente que esto puede durar unos días y recaer, pero hoy mi objetivo es lograrlo y estoy segura de que saldré vencedora.
http://esclavademimisma.blogspot.com.ar/


miércoles, 27 de agosto de 2014

Algo distinto en mi rutina

Hoy mi rutina diaria cambia, me toca llevar los niños a la escuela, una o dos veces al mes me toca hacer está terea por cuestiones de fuerza mayor. Si bien sé desde ayer que tengo que hacerlo no puedo dejar de obsesionarme, sentirme ansiosa, con todos los miedos encima juntos. Y quiero convencerme de que es algo simple y sencillo y lo sé,  pero no puedo dejar todas las sensaciones atrás.Mi cuerpo, mi mente es como que empezaran a estudiar el tema, y uno comienza con sus órdenes fastidiosas de agregar más cosas a las que ya están naturalizadas y el otro empieza a somatizar, dolor de panza, miedo de estar lejos de casa y tener que salir corriendo al baño, ¡Sufro! Y no lo puedo evitar.
Me doy cuenta que cada día tengo menos ganas de salir de casa y esto de no estar yendo a trabajar, no ir a la Universidad, no sé si me está beneficiando o perjudicando, a lo mejor son muchos días para que yo este sola con mi enemigo dentro mío torturándome y yo preguntándole ¿Por qué a mí?
Quiero disfrutar de este día que es tan importante para mi niña por lo menos, el que yo vaya a la escuela y este con otras mamás para ella es maravilloso, pero para mí no lo es, siento que las charlas escolares  no son nada productivas y mi cabeza vuela hacia otro lado o se centra en cada centímetro de su cuerpo controlando, pulso, corazón, intestinos, cabeza y vuelve el ciclo nuevamente.
Son las 9 de la mañana y mi rutina diaria comenzó, abrir el libro, cerrarlo, carrera de pantuflas, abrir y cerrar las llaves del gas, meter el dedo en cualquier ranurita o agujerito que encuentre y dejarlo determinados segundos, cerrar y abrir puertas, tocar y sentir sensaciones en la ropa, tocarme los dedos que ahora ya no están con sus anillos correspondientes, pero la costumbre me quedó grabada en mi, colgar la ropa y no mirar los broches de madera que me niego a tirarlos como me dice mucha gente porque yo se que son simples broches de madera, jugar con el vapor del espejo a hacer círculos, enjuagarme la boca en tandas de seis veces, cepillarme el pelo con un cepillo y luego pasarme un peine que tiene que ser de color amarillo, acomodar los almohadones de los sillones, descolgar y colgar las toallas del baño y tan larga es la lista que no podría terminar de escribir. Todas esas acciones por suerte o no, ya las tengo naturalizadas las hago sin pensar y eso es bueno porque las puedo ir estudiando y descartando aunque me cueste, pero a esas se me suman las nuevas que se me ocurren en el momento y pueden ir mutando de una  hora para otra o de un día para otro, las rutinas o no sé cómo llamarlas que más me molestan son las de contar ¡Qué fastidio! Contar, perderte y volver a empezar.
El sol que me golpea en la espalda me está dando energía y me da miedo escribir que hoy mi día va a ser bueno ya con pensarlo o escribirlo tengo terror de  que todo me salga al revés, pero tengo que dejar fluir todos esos buenos pensamientos e intentarlo, otras veces lo he logrado y hoy estoy segura que mi esfuerzo va a ser tan grande que voy a salir victoriosa…

Después les contaré como me fue. 

lunes, 25 de agosto de 2014

A mis amigos virtuales!!!!

Hoy lunes, no me pregunten porque fue un día triste para mí. Me sentí rara, ansiosa, con ganas de hacer cosas y al mismo tiempo no hacer nada, con ganas de luchar y sin fuerzas para hacerlo, para lograrlo y siempre termino en lo mismo ensimismándome, abstraída en mi misma.
No sé porque a veces me siento así ¿será porque es comienzo de semana?  La verdad, no sé cómo explicar lo que siento una sensación en la boca del estómago que me recorre todo el cuerpo como si algo estuviera por pasar y si… adivinaron, no es nada bueno.
Me dan ganas de abrir la puerta cerrarla, volverla a abrir, cerrarla y dejarla abierta o cerrada y salir corriendo, correr, correr escapando de mi misma, de mi cabeza, de mis sensaciones, de mis miedos, de mis ansiedades.
Lo extraño de todo esto es que lamentablemente no sabes con quien hablar, las personas que están cerca, no entenderían de esas sensaciones, esos miedos, eso de tener que tocar cosas, si las llamaría me dirían y ¡que te va a pasar!, ¡pensá en tu familia ¡deja esas tonterías!. Es triste pero muchas veces yo no quiero que mi familia, amigos, compañeros sepan lo que siento , porque creo que ya deben de estar cansados de escuchar mis lamentos, mis preocupaciones, prefiero que nadie se entere.
Por suerte, existen ustedes, mis amigos virtuales, siempre ahí entendiéndome, dándome fuerzas, apoyándome y pasándome a través de la pantalla toda la energía necesaria para que yo remonte vuelo y vuelva a fortalecerme, a luchar  sentir ganas de pelearla porque me hacen sentir que no estoy sola, no importa el país al que pertenezcamos, las religiones, los ideales políticos, lo bueno es que estamos todos al pie del cañón tratando de darnos fuerza los unos con los otros.
Hoy quiero agradecerles, porque estuvieron allí, llenándome el alma con colores brillantes, haciendo que mi corazón se llene de felicidad al ver tanta gente maravillosa que si bien, también están sufriendo se preocupan cuando un par suyo cae. AMIGOS VIRTUALES, hoy quiero decirles que son parte de mi vida y no me alcanzan ni me salen las palabras para poder darles el mejor mensaje de gratitud.
¡Brindo y festejo por haberlos encontrado!


domingo, 24 de agosto de 2014

Lluvia!!!!

Hoy el día amaneció con lluvia ¡Qué placer! Siempre me gustaron los días grises, quizá porque los identifiqué siempre con mi vida, mi vida de tonos apagados.
Desde chica me gustaba mirar por la ventana como las gotas caían en el piso y se hacían más grandes convirtiéndose en un charquito una junto a la otra, me imaginaba las hormigas bajo el pasto tratando de cubrirse de eso que caía desde el cielo y las destruiría, les rompería sus cuerpitos, tal vez sus hormigueros o sus cuevitas para protegerse. Yo sentía todo lo contrario  junto al vidrio, me sentía protegida, a salvo, ¿De qué? De la lluvia, no porque siempre la he amado, pero era esa mi sensación.
Mi cuerpo de niña con pensamientos melancólicos, una mirada con una tristeza oculta, yo sola sabía que ocultaba esa mirada, pero callaba y olvidaba hasta que llegó un momento que los recuerdos se borraron, pero quedó esa amargura en mi vida y la empecé a canalizar con ansiedades, era chica y mi cabeza ya empezaba a darme órdenes, la muerte ya se hacía presente en mi vida y yo tenía que obedecer, aunque yo sola sabía que en mi vida ya había pasado algo que era similar a la muerte, pero como les dije quedó guardado con candado en lo más profundo de mi alma.
Y los pensamientos comenzaron a acecharme y yo cumplía al pie de la letra por las dudas de que esas sensaciones se cumplan. Todavía recuerdo y me veo atravesando el pasillo de mi casa contando las maderas que estaban en la pared, era una maderita pegada al lado de la otra y yo ya las había contado tantas veces que sabía la numeración de memoria, pero cada salida era volver a contar una por una, una por una y si sin querer me equivocaba en el número final, tenía que volver a contar ¡Qué fastidio! Números y más números se me dibujaban en la cabeza, era contar pasos, platos vueltas de llaves, cerradas de puertas, cubiertos, comensales, todo había que contarlo varias veces. Y si los números que contaba me daban de  dos o más cifras, tenía que contar los dígitos de esos números y el número se convertía en un número de la buena o de la mala suerte, eran juegos que mi mente me obligaba a hacer y todavía sigue obligándome o mejor dicho sigo obligándome a contar, a sumar y ver qué número sale de todo eso.
Ahora, estoy ya grande y voy recordando cómo esa pequeña, que era yo misma iba llevando su vida con esos pensamientos tan tortuosos que le arruinaban la vida, pero ella era tan fuerte que si bien fue creciendo con todo eso luchaba día a día, como ahora lo sigo haciendo.
 Hay tiempos que estoy fuerte y trato de pelear contra todo pensamiento negativo, hay otros momentos que estoy tan débil que me dejo llevar esperando la muerte que se cruza por mi cabeza cuando desobedezco una orden.

 Nunca sé qué pasará si no cumplo, a veces si lo sé y reflexiono, me hablo,  me tranquilizo a mi misma y como acunándome me digo que nada va a suceder y así meciéndome, me duermo soñando en el día que esto termine de verdad y mi cuerpo, mi mente, mi todo no esté bajo tortura, presión de mi cabeza. Pienso mucho en ese momento y sé que ya llegará, como hoy vino la lluvia a golpear en mi ventana…

jueves, 21 de agosto de 2014

Algún día!!!

Muchas veces, últimamente mi cabeza está pensando positivamente y voy viendo como los miserables pensamientos negativos van muriendo dentro de mí.
 Lamentablemente algunos días te levantas feliz, con ganas de llevarte el mundo por delante y te encontrás no con esas cosas feas que están dentro de tu persona esperando ahí latentemente, de repente estás rodeada de gente mala, perversa que te está esperando para arruinarte el día.
Yo sé que hay muchas personas que no entienden o no se explican por qué a nosotros nos pasa lo que nos pasa, nuestra familia, nuestros amigos, compañeros; no lo logran comprender y no saben muchas veces cómo ayudarnos. Pero el colmo de los colmos es encontrarte inesperadamente con médicos que en tonos burlones por su ignorancia se quedan mirándote como si fueras un bicho raro.
Ayer me sentí… ¡Tan incomprendida! Pero era por la persona que más me tenía que entender, me trató tan fríamente planteándome que yo no quería trabajar, que no entendía que me lo impedía. Me sentí impotente yo que siempre había tenido asistencia perfecta en mi trabajo, compromiso, dedicación, amor por los niños, ¿cómo iba a estar yo parada frente a mis alumnos en este estado? ¿Y si les trasmitía mis miedos, mis obsesiones? Cuando me di cuenta que esto podía suceder decidí dar un paso al costado, todavía me cuesta pensar en cómo seguir, como continuar con mi vida, ¿cómo dejar de enseñar si es lo que más amo y es lo que mejor se hacer? Soy muy consciente que en este momento mi vida está en crisis, quizá más adelante logre recuperar nuevamente mi vida, mis niños.
Pero vos, que tenías que estar preparada para contenerme me indagaste como si fuera una ladrona que te había robado algo tuyo, como si el sueldo que me pagaban salía de tu bolsillo, todavía no puedo creer el trato que tuve, ¡Qué injusticia!
Me sentí una infeliz, dando explicaciones que no salían de mi boca, solo lágrimas y llanto, ¡no me pude defender! Uno se encuentra tan vulnerable que no sabes cómo reaccionar, ¿Por qué tener que dar tantas explicaciones? ¿Por qué hurgar en aquello que te está destruyendo el alma?
Quizá sabías de que se trataba todo esto, pero tu intención solamente era hacer mal a los pacientes, y la verdad que conmigo lo lograste.
Ayer caí y creí que no me iba a levantar y acá estoy nuevamente, luchando con mis pensamientos de muerte, con mis obsesiones, con mis miedos, pero por sobre todo estoy en este lugar fortaleciéndome para  esperar el día en que volvamos a encontrarnos.



lunes, 18 de agosto de 2014

¡Hace tanto tiempo!

¡Hace tanto tiempo!
Cuando decidí comenzar a escribir lo que me sucedía, no pensé que iba a ser tan reconfortante para sanar mi alma. Ahora lo tomo como una terapia y es como hablar conmigo misma.
Dentro de mi cabeza, se está produciendo una guerra, muchas veces me siento dividida en dos, pero cuando me concientizo sé que soy yo misma hablándome, diciéndome lo que tengo que hacer, generándome miedos, pensamientos negativos, preguntas sin respuesta. Y  sufro, lloro, me angustio.
Sé que mi lucha es diaria, como cuando tenía ataques de pánico y sentía que me ahogaba hasta que aprendí a respirar.
Lo diferente a todo eso es que con esto vengo luchando desde que era chica ¡Hace tantos años!
Y me acostumbre a vivir con estos  impulsos y obsesiones que ya algunos  están tan naturalizados que son parte de mi vida.
A veces me pregunto ¿Por qué nadie me llamó la atención en mi hogar? ¿Por qué si veían que tocaba cosas lo tomaban cómo una gracia? ¿O lo veían cómo algo normal? No sé qué pasó, pero tarde 41 años en darme cuenta que necesitaba ayuda. Y acá estoy con mi lucha diaria, pensando en lo pequeña que era cuando todo comenzó. ¡Qué sola estaba!
Recuerdo mi sufrimiento diario, ¡Era tan pequeña! Quizá 10 años. En mi casa había un pasillo largo con un montón de platitos colgados en las paredes y ahí comenzaba mi rutina. Tocar cada uno de ellos, terminando en una cruz con un Cristo colgado el cual tenía que besar y tocar varias veces hasta que mi cabeza se sentía en paz, y  yo ya creía que nada malo iba a suceder. Después se fueron sumando más cosas y más cosas y fui creciendo…
Siempre mis acciones fueron realizadas al pie de la letra, como se me indicaban, como mi cabeza me lo decía, como yo me lo transmitía y siempre estaba la muerte rondando por mis pensamientos. Era una niña, con esos trastornos,  con esos dolores de panza que ya somatizaba y ahora los recuerdo y a mi edad, a esta edad vuelven  a torturarme.
¡Cuánto tiempo pasó de todo aquello! ¿Cómo crecí con esa patología tan sola? ¿Cómo llegué a convertirme en mujer con la muerte rondándome diariamente? Y acá estoy con mi lucha diaria, tratando de dar un paso sin que un pensamiento negativo interfiera, pero siempre están ahí latentes y cuando menos trato de escucharlos más somatiza mi cuerpo.
A veces estoy cansada de las metas diarias, de proponerme cosas, de no escucharme, pero sé  que es la única manera de poder lograrlo, soy YO la que debo estar fuerte y modificar todo aquello que me perturba, que me arruina el día, la vida.
Hace unas semanas que me siento con fuerzas y muchos días esas voces se hacen débiles hasta que desaparecen, aunque sea sólo por instantes. De a poquito voy sintiendo que quiero luchar, no quiero que esos pensamientos me lleven a la muerte. ¿Me llevarán a otro mundo si no cumplo con ellos? No lo sé, sólo estoy segura que quiero superarlo, pelear y ganar.


sábado, 16 de agosto de 2014

Se que lo voy a lograr!!!!


Es difícil comenzar a escribir algo con este título, por lo menos para mí, para otros quizá es algo tan simple, pero para los que se sienten como yo seguro que me entienden.
Hoy fue un día distinto.
Ni bien me levanté, mi marido me dijo que tenía entradas para el circo para mí y para mi nena. En ese mismo instante, entre en pánico. Lloré y dije un montón de barbaridades. ¿Cómo me iba a decir de hacer algo tres horas antes de la función? ¿Cómo iba a hacer mi cuerpo para responder a tantas órdenes que mi cabeza le daba? Tenía miedo, estaba paralizada. Todo tipo de pensamiento venía a mi cabeza. Por supuesto, que ustedes se imaginarán que los que se me cruzaba por mi cerebro no era para nada agradable. Las lágrimas corrían por mi cara, me preguntaba una y otra vez cómo lo venía haciendo ¿Por qué a mí? ¿Por qué a nosotros nos suceden estas cosas? Ahora sabía que había más gente que le pasaba lo mismo que a mí y esa mañana me habían dado una mano enorme, eran desconocidos y estaban ahí tan cerca. Me dieron las fuerzas que yo en ese momento necesitaba para que mi hija pudiera disfrutar.
Mi marido no entendía, ni tampoco entiende cómo ayudarme. Me decía, cómo no podía controlar mi ansiedad, mis miedos. Era algo tan sencillo ir al circo, ¿Para quién? Para mí, no lo era.
Comenzó el terror del ¿Qué me pongo? La ropa equivocada podía desencadenar una tragedia. Elegí la ropa previo tocarla varias veces, primero el sweaters, luego el jeans, la campera, primero eran unos números, luego se me dibujaban otros. Toqué mis aros varias veces, elegí anillos de la buena suerte, trate de hacer todo lo que me ordenaba mi cabeza para que aquello saliera bien.
Me dolía la panza, otro síntoma más que se me sumaba, antes me atacaba la respiración, pero con técnicas de yoga había logrado superar esa situación. Respiré y llené mi panza de aire. Tenía que lograr aunque sea por ese día esa situación, ahora sabía que tenía amigos virtuales que pasaban por lo mismo que yo, me acompañaban, me daban fuerzas y no querían que caiga.
Después de darme fuerza frente al espejo, hablando conmigo misma, llegó la hora de irme, pensaba que “esos pensamientos” no arruinarían la felicidad de mi hija.
Mis sensaciones estaban alertas, pero logré dejarme llevar por el espectáculo y hasta me entretuve con los payasos que desde chica nunca me habían robado una sonrisa y ahí estaba yo sentada, mirando el show, pero muy atenta a mi cuerpo que imaginaba cosas posibles que podían suceder, como que se cayera la carpa del circo, visualice las salidas de emergencia, los mata fuegos y traté de pasarla lo mejor que pude, con verle la sonrisa a mi hija comencé a disfrutar, hacía tiempo que no lo lograba.
Terminó la función y hasta una bicicleta ganamos en un sorteo. ¡Qué felices estábamos!
Ahí fui que comprendí que había derrotado a ese monstruo dentro mío, aunque sea por un día para mí fue un logro y comprendí que poniendo toda la fuerza de mi interior voy superarlo.
Hoy estoy feliz.


miércoles, 13 de agosto de 2014

Otra vez!!!!

Hace años que me pasa lo que me pasa, mi cuerpo cansado muchas veces pide basta y mi cabeza acelerada  impone tareas y más tareas. ¿Cómo no poder  manejar esa esfera que tengo en el cuello? ¿Cómo puede digitar toda mi vida con una sola orden o muchas?
Hoy a parte de acomodar la silla millones de veces, luchar con los broches de la ropa, fijarme que cada anillo este en su dedo, apoyar los pies bien justitos en el cerámico del piso sin que estos toquen las rayas de los mismos, abrir y cerrar puertas, correr y descorrer la cortina del baño, cada tenedor en su lugar con el vaso correcto y el indicado para cada integrante de la familia, los adornos en las posiciones indicadas, los colgantes del cuello en su lugar, todo en sus correctas posiciones para empezar el día, los saludos con mis hijos un beso en una mejilla, un beso en la otra, un beso de ella en mi mejilla yo en su mejilla y volvemos a empezar y así vamos llegando al medio día un tirar de besos con la mano derecha hasta que el auto desaparece de mi vista, y así tortura tras tortura.
Para colmo de hacer tantas cosas, mi cabeza está empecinada en darme más tareas que en realidad son tantas que no tengo ganas de escribirlas porque aparte cuando las escribo no puedo creer que viva con tanto tormento.
Si soy yo misma la que hace q la vida, mi vida sea un suplicio, ¿Cómo vivir? ¿Cómo luchar? ¿Cómo sobrellevar mis días llenos de tareas que yo no quiero hacer? ¿Y qué sucederá si no cumplo? ¿Qué me pasará que sea más malo de lo que ya me sucede?
Sólo quiero una cosa LIBERTAD.  ¿Se podrá?




lunes, 11 de agosto de 2014

Esclava de mi misma

Era una mañana como cualquier otra, levantarme a mi nueva vida que en ese o este momento no sabía ni cual era, por un tiempo los días laborales habían terminado y mi cabeza confundida no sabía qué era lo correcto. ¿Qué quería? ¿Cómo continuaría todo esto?
Salí de la cama y cómo todos los días me quedé en pijama, agarre un libro para leer  y me puse a tomar mate, era mi nueva rutina. Días seguidos iba repitiendo lo mismo. No me cambiaba la ropa, no me bañaba y pocas ganas de hacer cosas o de vivir tenía. No quiere decir que ahora las tenga, pero a veces creo que las cosas van cambiando.
Mi cuerpo se siente prisionero, soy esclava de mi misma, hago cosas que quizá a otros le sucedan y también se identifiquen conmigo. Las barreras de mi prisión son fuertes y cuesta romperlas. ¿Cómo luchar? ¿Cómo librarme?
Me siento en la silla, me paro, la acomodo, me vuelvo a sentar, vuelvo a correr la silla, me vuelvo a sentar y así un par de veces más. Adapto mi postura que tiene que estar de determinada manera, sino hasta que no  logro la posición deseada no paro de amoldarme, en ese momento después de dar tantas vueltas, pienso en las pantuflas que están colgando de mis pies y si no logro situarlas en su lugar en unos segundos algo sucederá, aunque no se qué es lo que pasará, sé que es malo por las dudas sitúo mis pies con ellas apoyándolas en el suelo sin que una este a un centímetro más de la otra. Tienen que encontrarse empatadas en sus posiciones. Todavía no logro comenzar a leer el libro. Agarro la pava, comienzo el mate mientras intento leer, mi lectura ya no es la misma de antes, pareciera que mi comprensión lectora ya no existiera y algunas páginas las leo y las vuelvo a leer.
Comienzo con mis quehaceres diarios y sé que se vienen otras torturas. Lo primero que hago es cambiarme, de bañarme ni hablar. ¿Qué ropa me pongo? ¿Por qué tengo que pensar que si me pongo esto o aquello me va a traer mala suerte y mi día va a ser nefasto? Logro cambiarme a veces con facilidad y otras veces temerosa, elijo algo con lo que pueda pasar desapercibida y no llamar la atención.
Comienzo con mis tareas diarias y sé que llega el momento de  colgar la ropa, algo tan simple para todas las amas de casa y tan tortuoso para mí. Un color para una cosa, un color para la otra. Azul como el cielo y amarillo como el sol para mis hijos, color verde también está permitido para  ellos. Color madera ¡Es la muerte! ¿Qué hago con esos broches? Muchas veces fueron destinados para la ropa de mi marido y más veces fueron puestos en mi ropa, destinados a mí, destinados a mi muerte como si un simple broche me llevaría eso ¡Malditos broches de madera que no me dejan vivir! Por qué tengo que colgar la ropa? ¿Por qué la madera la relaciono con la muerte? Cuelgo la ropa rápido, como huyendo de una tragedia. Tragedia ¿de qué? ¿De un asesinato de broches? ¿de un linchamiento de broches? Broches de madera, transformándose en mis verdugos, en mis carceleros porque en definitiva eso es lo que son.
Me miro las manos, los malditos anillos, para colmo de los colmos tengo infinitos anillos de los cuales sólo algunos puedo usar y por supuesto que cada uno en el dedo que corresponde, a no confundirse de dedo porque no se sabe qué cosa mala pueda suceder, me escucho y ni yo lo puedo creer, un anillo en el dedo equivocado puede provocarme muchas cosas desde una ataque de pánico, de ansiedad, dolor de panza y por supuesto siempre estar esperando lo peor. Hace poco tuve un logro, cómo no usar los anillos en sus dedos destinados o por fin cambiar de anillos y poder usar aquellos tan bonitos y brillosos que tenía guardados.
Tengo el cuello encadenado con un gato hermoso, amo los gatos, pero debe hacer más de siete años que mi cuello está protegido por ese dije que no me puedo sacar y el día que logro quitármelo viaja conmigo dentro de mi cartera.
Hablando de carteras, cuando elijo una para usar en una ocasión especial si siento que ese día me va mal dejo de usarla y  la cartera queda archivada en el ropero hasta que esa sensación se me pasa y puedo lograr usarla nuevamente, pero el problema continúa en el momento de abrir y cerrar la cartera, lo hago tantas veces como cuando tengo que guardar el dinero en la billetera abro, cierro,  abro, cierro…
Lo mismo me ocurre con las llaves, de la casa, del auto pongo, saco, saco pongo hasta que se me pasa la sensación de que todo va a estar bien.
Y si llega el momento del baño y en el espejo se hace vapor, debo formar un círculo en el espejo y mirarme la cara tres veces mientras abro y cierro la puerta del baño tres veces también. Para lavarme los dientes los números cambian me tengo que enjuagar la boca en tandas de seis veces, seis, seis, seis y no está relacionado con el diablo 666, sino con que en cada enjuague pienso en mis hermanos que son seis. En total son 18 enjuagues, no me pregunten por qué.
Y así va transcurriendo mi vida de esclava, cada segundo que va transcurriendo el día pueden aparecer cosas nuevas, cosas que se van sumando. Y ni hablar si tengo que salir de casa toco todo lo que se me va cruzando en el camino desde objetos, perros, gatos, puerta, reja, toco una, toco la otra y vuelve a empezar el ciclo.
Por supuesto que todos los días hay muchas propuestas de parte mía de lo que debo y no debo hacer, de cómo hacer para superar estas situaciones que la verdad no sé cómo llamarlas. Y así empieza mi día.
Hoy me toca salir con mis amigas, por supuesto que todo tiene que estar híper chequeado, y es ahí donde comienzan un sinfín de interrogantes ¿vale la pena ir? ¿El baño estará cerca? ¿Qué me pongo? ¿Qué colores uso? Por supuesto siempre termino con un hermoso color negro y con mi uniforme de la buena suerte que me hace sentir segura; pantalón negro, con una camperita negra, bien de luto por las dudas, cada cosa en su lugar, los aros, las pulseras, los anillos sin escaparse de sus dedos destinados, el peinado siempre el mismo y lo único que no pasa desapercibido es el color de mi pelo que desde siempre está teñido de color rubio. Para que cambiarlo a esta altura de mi vida.
Y llega el momento de la comida y empiezo a dudar que es lo que deseo  comer, no vaya a ser  que lo que elija me haga ir al baño o me provoque una alergia porque ahora también se me sumó que todo me va a provocar una alergia y voy a morir atragantada.
Me relajo, a veces lo logro y paso unos momentos inolvidables sintiéndome orgullosa de mi misma otras veces corro al baño con alguna amiga que me hace de cómplice y me lleva todo mi kit para estas ocasiones en el cual llevo desodorante, toallitas de bebe, alcohol en gel y no sé cuántas cosas más y pensar que muchas veces mis amigas se ríen de mi pequeño o grande kit, pero más de una vez ayudó a cualquiera a salir de alguna que otra situación.
Mi vida transcurre rodeada de alertas, es cómo tener un aliens , un monstruo dentro del cuerpo que te va poniendo a cada momento ideas en la cabeza, hoy vas por esta calle, doblas a la derecha cuidado no pises las rayas blancas de la senda peatonal, contar los pasos que tardas en hacer un recorrido, previa estimación de cuántos pasos van a ser y así va transcurriendo el día lleno de angustias y dolores de panza y el cerebro que te estalla y esa lucha interna con ese otro que está dentro tuyo y te hace hacer tantas cosas, pero en realidad SOS vos misma haciendo todo eso que te hace prisionera de tu propia vida.
Propuestas, metas, todos los días lo mismo ¿cuándo se acabará está tortura?
Anoche tuve un sueño: me despertaba y me desperezaba como un gato, me levantaba con mi libro en la mano, me tomaba unos mates leyendo y las pantuflas rodaban por el piso sin ninguna carrera por medio.
Me bañaba y elegía la ropa más linda y llamativa, la de los colores más hermosos como para que la gente piense ahí va ella, luciéndose con esa ropa colorida y primaveral.
Los broches no tenían colores porque eran simples broches para colgar la ropa, no tenían ni el color del sol, ni el del cielo, ni siquiera el de la muerte. Eran broches que ya no me seguían para torturarme, estaban ahí colgados quietitos, quemándose con el Sol.
 El Sol, ese Sol que muchas veces dejé de disfrutar porque veía el día gris hoy me saludaba y me bañaba con sus cálidos rayos tibios.
Ya no me importaba,  ni el vapor del baño, ni los anillos en los dedos indicados, ni saltar rayas de la senda peatonal, ni contar pasos, ni los dolores de panza, ni abrir, ni cerrar carteras, ni pensar en despedirme de las cosas al salir de casa, ni dar vuelta la llave tantas veces sea necesario.
Sólo quería ver la vida, disfrutar la vida, ver los niños felices y no pensando, como lo venía haciendo, que llevan una tristeza escondida y nadie se da cuenta de su pena, hoy veo niños felices disfrutando de su vida.
 A los barrotes de mi prisión ya no los veo, no los siento, puedo decir que dentro mío ya soy una persona no me siento dividida en dos.
¡No quiero despertarme! Y me pregunto ¿Estoy despierta?
No puedo responder solo sé que… ¡HOY VIVO!





¿Por qué a mi?

Muchas veces me pregunto ¿Por qué a mí? A lo mejor no soy la única a la que le suceden estas cosas, pero por ejemplo a las personas que me rodean no parece que le pase lo mismo que a mi.
Siempre me sentí esclava de mi misma, no puedo vivir mi vida sin dejar de hacer cosas que mi cabeza cree que tengo que hacer o de repente  aparecen miedos que me recorren el cuerpo y paralizan mi vida.
Creo que por este medio puedo contar lo que me sucede y no guardármelo en mi interior y que sea un secreto solo mío.
Es momento de compartirlo!!!!
Aclaración:Estos escritos están realizados de manera espontánea y no tienen correcciones.