miércoles, 27 de agosto de 2014

Algo distinto en mi rutina

Hoy mi rutina diaria cambia, me toca llevar los niños a la escuela, una o dos veces al mes me toca hacer está terea por cuestiones de fuerza mayor. Si bien sé desde ayer que tengo que hacerlo no puedo dejar de obsesionarme, sentirme ansiosa, con todos los miedos encima juntos. Y quiero convencerme de que es algo simple y sencillo y lo sé,  pero no puedo dejar todas las sensaciones atrás.Mi cuerpo, mi mente es como que empezaran a estudiar el tema, y uno comienza con sus órdenes fastidiosas de agregar más cosas a las que ya están naturalizadas y el otro empieza a somatizar, dolor de panza, miedo de estar lejos de casa y tener que salir corriendo al baño, ¡Sufro! Y no lo puedo evitar.
Me doy cuenta que cada día tengo menos ganas de salir de casa y esto de no estar yendo a trabajar, no ir a la Universidad, no sé si me está beneficiando o perjudicando, a lo mejor son muchos días para que yo este sola con mi enemigo dentro mío torturándome y yo preguntándole ¿Por qué a mí?
Quiero disfrutar de este día que es tan importante para mi niña por lo menos, el que yo vaya a la escuela y este con otras mamás para ella es maravilloso, pero para mí no lo es, siento que las charlas escolares  no son nada productivas y mi cabeza vuela hacia otro lado o se centra en cada centímetro de su cuerpo controlando, pulso, corazón, intestinos, cabeza y vuelve el ciclo nuevamente.
Son las 9 de la mañana y mi rutina diaria comenzó, abrir el libro, cerrarlo, carrera de pantuflas, abrir y cerrar las llaves del gas, meter el dedo en cualquier ranurita o agujerito que encuentre y dejarlo determinados segundos, cerrar y abrir puertas, tocar y sentir sensaciones en la ropa, tocarme los dedos que ahora ya no están con sus anillos correspondientes, pero la costumbre me quedó grabada en mi, colgar la ropa y no mirar los broches de madera que me niego a tirarlos como me dice mucha gente porque yo se que son simples broches de madera, jugar con el vapor del espejo a hacer círculos, enjuagarme la boca en tandas de seis veces, cepillarme el pelo con un cepillo y luego pasarme un peine que tiene que ser de color amarillo, acomodar los almohadones de los sillones, descolgar y colgar las toallas del baño y tan larga es la lista que no podría terminar de escribir. Todas esas acciones por suerte o no, ya las tengo naturalizadas las hago sin pensar y eso es bueno porque las puedo ir estudiando y descartando aunque me cueste, pero a esas se me suman las nuevas que se me ocurren en el momento y pueden ir mutando de una  hora para otra o de un día para otro, las rutinas o no sé cómo llamarlas que más me molestan son las de contar ¡Qué fastidio! Contar, perderte y volver a empezar.
El sol que me golpea en la espalda me está dando energía y me da miedo escribir que hoy mi día va a ser bueno ya con pensarlo o escribirlo tengo terror de  que todo me salga al revés, pero tengo que dejar fluir todos esos buenos pensamientos e intentarlo, otras veces lo he logrado y hoy estoy segura que mi esfuerzo va a ser tan grande que voy a salir victoriosa…

Después les contaré como me fue. 

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