sábado, 22 de agosto de 2015

Un año de lucha...


 Tiempo de sueños, de esperanzas y de saber que se puede o que uno intenta que se pueda.
Noches de soledad, de lágrimas, de tristezas, de miedos y angustias, de no saber para donde ir, para dónde correr.
Un año de lucha…
Tiempo de confianza, de creencias, de promesas, de ilusiones, de saber que hay una forma una manera de enfrentarse con uno mismo, con los propios pensamientos.
Un año de lucha…
Meses de inseguridades, incertidumbres, ansiedades, desequilibrios, desconfianza, temores.
 Un año de lucha…
Luchas diarias, cobardías, volver a empezar, caer, mirarse al espejo y no saber quién sos, preguntas sin respuesta, llantos contenidos, sensaciones, pensamientos negativos.
Un año de lucha…
Un año… todo lo que sucede en un año, noches, días, días tormentosos, días soleados, días tristes, días alegres, meses que no pasan nunca y meses que no nos dimos cuenta que pasaron tan rápido, amistades viejas, nuevas amistades, consejos, mucho apoyo de personas cercanas o de personas que no conocemos, pero que se ganaron un lugar en nuestro corazón.
Un año en el que dije ¡No puedo más!
Un año en el que me doy cuenta que se puede, que lo voy logrando, en el que las fuerzas existen y aparecen no sé de donde, no sé cómo, pero ahí están…
Un año…en el que estoy convencida que voy a lograrlo.



miércoles, 11 de febrero de 2015

La vida

Miro a mí alrededor y veo la vida, por supuesto que la vida de los otros, ¿Será tan simple ser feliz? ¿Serán en realidad felices? A mí siempre me costó todo, no puedo llevar una vida normal como hacen todas las personas. ¿Será normal su vida? A lo mejor, mi vida es “normal” y no me doy cuenta, la estoy dejando pasar como algo que corre al lado mío, pero no está junto a mí. Vivo otra realidad, vivo en mis pensamientos, en mi cabeza. Todo el día mis pensamientos me agobian, debo luchar a diario con lo que no debo hacer, si bien ahora puedo decir, no lo hago, las órdenes siempre están. Siempre dentro de mi cuerpo somos dos. ¿Dos qué? Lamentablemente sé que soy yo sola torturándome. Lo raro es que pareciera que me odio y al contrario, me miro en el espejo y me amo, pero me torturo con pensamientos que siempre me llevan a lo mismo, no a mi muerte, a la muerte de otros, pero a mí sólo me provocan somatizaciones en mi cuerpo, primero era no poder respirar, ahora son dolores de panza y nunca deja de faltarme el miedo de que se me cierre la garganta por cualquier cosa que tome, que toque o que alguien esté contaminado con algo y me rose mi cuerpo y que ocurra lo peor. Ojala, me convirtiera en zombi.
La verdad que hay días que me siento tan fuerte y me siento un superhéroe, para muchos lo soy en realidad, me ven fuerte y que les puedo resolver su vida con un consejo, con una caricia, con un llamado, pero nadie sabe lo que ocurre dentro mío, esta batalla diaria es solo mía, ese ver algunas cosas y tener la necesidad de tocarlo varias veces, hacer una cuenta y tener que hacerla otra y otra vez  porque hay que verificar y verificar que sea correcta, contar puntitos en una pared, contar baldosas, maderas y calcular cuantas hay en determinado tiempo, creer que determinada ropa tiene un significado de buena o mala suerte, sentarme en el mismo lugar, usar el mismo vaso y tantas cosas…
¿Se puede vivir así? A veces me invade tanta tristeza que creo que no lo voy a lograr otras me siento guerrera, capaz de llevarme todo por delante hasta a mí misma.

 No sé como continuará mi vida, cada segundo que pasa es lo que soy y tengo que aprender a vivir con ello, canalizarlo, convertirlo en otra cosa, transformar el cielo en lo que realmente es, estrellas brillantes, con una luna que ilumina el mar, el césped verde y tibio por el sol, la lluvia atrás de los cristales, la tibieza de un hogar, los árboles con el murmullo de sus pájaros, la vida, la vida. Tengo que tratar de ver otras cosas, lo simple, lo sencillo, aquello que yo  no veo y siempre estuvo ahí…

lunes, 2 de febrero de 2015

Te recordaré siempre!!!!

Mi hermano murió. Su muerte, me tomó de sorpresa. No sé si logré despedirme o si tomar la última vez que nos vimos como que si lo hicimos.
Unos días antes de irme de vacaciones, me llamaron porque mi hermano no estaba bien, yo no frecuentaba su casa. Nunca lo visitaba, sin embargo sentí la necesidad de ir a verlo. Hacía un tiempo que él se había alejado de la familia y había decidido irse a vivir a un lugar frente al río. Por esas cosas de la vida, fui a ese lugar junto a mis hermanos. Una casita muy precaria en la playa con el río frente a ella que le daba un aire de estar dentro de una isla. Me dio mucha pena ver donde vivía. Sonrió al vernos a mis hermanos y a mí y creo que se sintió sorprendido. Con mi hermana nunca lo veíamos. Ahí estaba, flaco con el pelo blanco que parecía más blanco por el bronceado de su piel y loco como siempre.
Enseguida, empezó a decirle a la gente que pasaba, mis hermanas vinieron a visitarme y nosotras, cruzábamos las miradas y los pensamientos, sin poder creer en el estado que él vivía. Nos quedamos un rato charlando, prometiéndonos que iba a ir al médico ni bien comience la semana. Nos despedimos y me dio un beso, un abrazo y me dijo “Buen viaje”.
Esa fue la última vez que lo vimos.
Fue un “Buen viaje”, como dijo él. Viajé con el miedo de que todos mis rituales no estuvieran siendo realizados, sin embargo, allá a lo lejos  de mi hogar,  de mi ciudad me sentí segura de mi misma y verdaderamente disfruté.
Volví, y al siguiente día, nuevamente un llamado diciéndome que mi hermano otra vez no se sentía bien.  No acudimos a ver qué sucedía. Por una cosa o por otra pensamos ir más tarde. Todos pusimos una excusa, en realidad creímos que iba a ser como la vez anterior que nada tenía.
Los pensamientos volvieron a mí, uno, otro y otro. No me levanté a cerrar puertas una y otra vez, no conté y volví a contar, no toqué una y otra vez sillas, no giré y desgiré llaves… sólo cerré los ojos hasta que el teléfono sonó y me dijeron que mi hermano había muerto…



jueves, 22 de enero de 2015

Enero

Y el tiempo pasó…llegó enero con otro nuevo año. Atrás quedaron muchos rituales q venía haciendo por años y años, no fue de un día para otro, fue y es una lucha diaria.
Un día me levanté y me puse a escribir todas las cosas que mi mente me decía que hiciera, fue un pedido de mi terapeuta y así lo hice. Mucho de lo que hacía no sabía que lo hacía y me costó descubrir que a diario era algo que debía realizar, era algo de vida o muerte, siempre rodeado de feos pensamientos que no me dejaban otra alternativa que hacerlo. Y escribí la primer hoja llena de tareas diarias, y vino la segunda y así fueron cómo cinco o seis hojas oficio, no sé dónde las escondí, porque después de leérselas a mi médico, sentí vergüenza, preocupación, alivio, no sé cuantas cosas, sensaciones experimenté con esas hojas en mis manos, pero desde ese día mi vida comenzó a cambiar, empecé a dejar de hacer tantos rituales diarios de la buena suerte que en definitiva  de que me servían si mi vida era triste, opaca, me empecé a fortalecer y a darme fuerzas a mi misma y así fui dejando de lado el abrir y cerrar puertas, el tocar varias veces las llaves de gas, el acomodar fuentes en el horno de la cocina, girar y volver a girar llaves, a caminar por la calle que se me diera la gana pudiendo tocar las rayas de la senda peatonal, a vestirme con la ropa que quiero y no salí lastimada por no hacerlo.  
Todavía no desaparecen los pensamientos, me acosan constantemente y me dicen que hacer, a veces siento miedo, no voy a mentir, y me pregunto qué sucederá si no les hago caso y trato de convencerme a mi misma con un nada, nada sucederá, ahora estoy yo misma para cuidarme, ahora estoy yo para pensar y poder decidir sobre mí.

Creo y estoy segura que voy por el buen camino, no sé si mañana será igual, pero no importa, sólo vivo el ahora.